viernes, 2 de octubre de 2009

Cuando Bill se lo pidió a Tom

Bill se las había arreglado para convencer a Tom de quedarse ese fin de semana encerrados en su apartamento, la idea no le hacía gracia al de rastas, pero cuando miraba la cara y ojos de suplica de su gemelo, no podía contenerse, ni negarse a hacer lo que él le pidiera.

Tenía todo planeado, desde que se levantaran de la cama hasta la cena romántica que él mismo prepararía, tenía mucha ilusión y a la vez mucho miedo, de que todo le saliera mal o simplemente Tom se negara.

- ¡Buenos días Tomi! –Saluda Bill a su gemelo, llevando una bandeja con un plato de comida, un jugo y una linda rosa roja que adornaba tal.

El pelinegro llevaba un delantal donde se notaba lo mucho que le había costado hacer aquella comida especial para su hermano.

- Buenos días Bill, ¿A qué se debe tanta amabilidad? –responde e indaga, mientras se sienta en su cama, para poder saborear el manjar que su reflejo le llevó.

- Solo quise devolverte lo que tú me das siempre, la mayoría de veces eres tu el que me cocina y me trae la comida a la habitación, pero este fin de semana todo será diferente.-

Ve como pone esos ojos de borrego a medio morir, suspira profundamente y le da gracias al cielo por esa persona maravillosa que es Bill.

- Come. –le pide.

Aquello no tenía buena cara, los huevos revueltos parecían otra cosa menos eso y el pan tostado, no estaba tostado, estaba quemado.

Sinceramente Bill no tenía nada de arte culinario, pero si tenía por seguro, que tiene un gran corazón y un gran amor para él.

Termina de comer, la comida no supo tan mal como pensaba, el pelinegro le sonreía como una niña de 15 años enamorada.

Levantó la bandeja y dejó un beso en la frente de su gemelo, Tom pensaba que su hermano estaba comportándose de una manera muy extraña, ya que siempre era él el que dormía hasta tarde, pero por alguna razón ese día, se levantó muy temprano.

Horas más tarde, estaban los dos viendo televisión en la sala, muy juntitos tratando de darse calor mutuamente.

- Tom. –llama Bill, haciendo un puchero.

- Dime Bill.-

- Te quiero pedir algo.-

- Pídeme lo que quieras. –responde. –que yo siempre te lo daré. –

El pelinegro se puso de rodillas en medio de las piernas de su hermano, le miró intensamente y respiró fuertemente.

- ¿Quiere…

Allí quedó todo, el timbre de la puerta lo interrumpió.

Bill se apartó para dejar pasar a su hermano, que se dirigía abrir la puerta, mientras él se sentaba en el suelo, con la mirada perdida y pensando que había perdido mucho tiempo para pedírselo y cuando ya se decidió alguien llego a perturbarlos.

- Hola Tom. –eran sus amigos, Georg y Gustav que llegaron a visitarlos.

Tom les regresa el saludo y les tiende la mano a cada uno de ello.

Bill pone mala cara pero la esconde cuando sus amigos llegan, si hipócrita, se ríe con ellos pero no está contento, todo por arruinarles el momento, aunque Tom parecía feliz de tenerlos allí.

- ¿Qué hacen? –pregunta Gustav, al ver sentado a Bill en el suelo. –No me digan que estaban haciendo…

- Cállate Gustav, no estábamos haciendo nada… que te importe. –termina la frase con sarcasmo.

- No te me enojes Tomi, que después te me pones verde. –el rubio ríe al molestar a su amigo, sabe que eso lo pone… ¡verde!

- ¿Yo verde? –pregunta con cara de sorprendido.

- He visto muchas fotos donde sale Bill abrazando a una chica y tú al fondo con cara de pocos amigos. –dice Georg, incorporándose a la plática.

- Es que me enoja que estén tocando mucho a Bill.-

A todo esto el pelinegro no decía nada, estaba sólo viendo la tele, sin importar lo que hablaban.

- Bill y ¿tu cómo estás? –indaga el baterista.

- Bien. –responde secamente.

Su mente solo pensaba a qué horas se irían esos dos y por fin pedirle eso a Tom.

- Bill. –llama su gemelo. – ¿Qué es lo que me vas a pedir? –

- ¿Yo? Yo no te voy a pedir nada. –responde cortante.

- ¿Qué dicen si pedimos Pizza? Ya es hora de comer –grita el bajista, para romper la tensión en el ambiente.

Una hora después habían tres cajas de pizza esparcidas por todo el apartamento, y más de 5 litros de coca cola, ellos sabían lo que era comer a exagerar.

Parecía que el día se iba hacer muy largo, ahora Tom jugaba a la play con Georg, peleándose como niños de kínder, apostando dinero y hasta ropa, su hermano no había madurado nada, tal parece que su actitud de 12 años se apoderó de él y no quería dejarle.

Gustav estaba dormitando en el mueble más grande de la sala y el cantante, seguía repasando sus líneas, cómo se lo pediría a Tom y este no se negara.

- Bill, Bill, despierta. –le susurra su hermano, mientras le da palmaditas en la espalda para despertarle.

- No molestes Tomi, sigue con tu play. –responde con un murmullo casi inaudible.

- Los chicos ya se fueron. –se sienta con cuidado a la par de él. –dime cariño, ¿Qué es lo que me quieres decir?

- No, ya no, espera hasta la cena. –se levanta dirigiéndose a la cocina.

- Pero si acabamos de comer, no veo el empeño de cocinar.-

-Calla Tom Kaulitz y espera, que así como soy me tardaré mucho.

El de rastas solo encogió los hombres y se sentó a ver la televisión, tal parece que no había más que hacer, y se tenía que esperar hasta el postre para tener lo que quiere.

Mientras tanto en la cocina el cantante se las ingeniaba para no quemar completamente la cocina, se repetía mil veces: todo sea por Tomi, Todo sea por Tomi.

Genial, había preparado el pollo para meterlo al horno, ahora solo le quedaba la ensalada de papas y algo de arroz.

Abrió la el refrigerador para conseguir algunas cebolla y chiles, en ese momento vio la pana de ice cream de Fresa que su madre les había regalado dos días antes, parecía una buena idea, así que se dispuso a preparar un tozón para poder echar una buena bola de helado.

Pero antes de hacer todo, llevó el pollo al horno dejando una temperatura considerable para que no se quemara.

Sacó un pequeño estuche de su pantalón y del estuche saco un hermoso anillo de plata con una T y un B entrelazadas, esbozo una sonrisa al contemplarla, esperando que todo saliera bien.

Escondió el anillo entre el helado y se fue hacia la sala, para darle a Tom y ahora sí poder preguntarle lo que quería.

- Tomi. –dice el pelinegro, mientras lleva los dos tazones llenos de helado.

Su hermano estaba con los ojos cerrados, pero aun así se acercó a él y le susurro al oído:

- Tomi, te traje algo mi amor. –dejó los tazones encima de la mesa, despertar a su gemelo no será una tarea fácil, pero no imposible y más ahora que necesitaba sus ojos bien abiertos.

El pelinegro se subió en el cuerpo de Tom dejando cada pierna al lado de las caderas de este, acarició su cara delicadamente sintiendo la dermis de su reflejo, era tan hermoso, mas viéndole suspirar en sueños, acerca su cara y deja que su aliento roce el rosto de ese ser amado, al que adoraba con todo su corazón y que siempre seria su dueño.

Besa la comisura de sus labios haciendo un poco de movimiento en su aclamado piercing de labio. Siente a su gemelo removerse bajo él, pero aun no abre los ojos.

Hace más profundo el beso y se deja navegar en la boca deseada, siendo bienvenido por aquella lengua que ya extrañaba, succionaba sus labios mientras acariciaba sus rastas, parece que Tom ya estaba despierto, podía sentirlo en su trasero.

- ¡Oh Billi! –exclamó. -pensé que ibas a esperar hasta el postre.-

- Así es, por eso aquí te lo traje, con todo y aderezo. –le dice mientras lame su dedo índice y guiñándole un ojo. –Toma, come. –le invita.

- Si, voy a comer, pero helado no será.-

Le agarra de las caderas y empieza a balancearlo encima de él para poder rozar la erección que su hermano había provocado.

- Pero Tom, comamos helado ¿sí?-

Tom no quería helado, él quería su aderezo, pero de ya. Así que desnudo a su gemelo e hizo lo mismo con su cuerpo. Quedando completamente como dios los trajo al mundo.

- Bill… gemía Tom, mientras su hermano se balanceaba sobre su miembro, haciéndole sentir muy bien, sintiendo como ese cuerpo le abraza y le da placer.

La cara de su gemelo era un poema, aquella escena era de las mejores, ver a Bill cabalgarle no tenia precio. El sabia como moverse como hacerle sentir amado.

- Termino Bill… -dice entre jadeos.

El pelinegro aumenta su velocidad introduciendo y sacando el miembro de su gemelo, moviéndose de lado a lado. Hasta que sintió como su hermano explotó dentro de él, aun así siguió moviéndose. Haciendo gritar al chico de rastas.

- ¿Qué es ese humo? -pregunta Tom, asustado.

- ¡Mierda! el pollo se me olvidó. –Grita Bill.

La escena de Bill montado en él le había robado todos los sentidos, pero en ese momento ya estaban de vuelta, ven una llamarada de fuego en la puerta de la cocina.

Rápidamente cada uno y como puede se pone la ropa y los zapatos, lo primero que tienen que hacer es salir de allí si quieren vivir más.

El guitarrista jala del brazo a su hermano, casi llevándolo a rastras, el fuego se estaba propagando por todo el apartamento y el humo ya no dejaba verlos.

- Espera se me olvida algo. –dice deteniéndose en medio de la sala.

- No Bill ya no hay tiempo salgamos de aquí, todo lo material se recupera, pero si a ti te pasa algo no me lo perdonaré jamás. –le toma la mano con más fuerza, no lo soltará.

Pero el pelinegro seguía insistiendo, solo quería ir a traer el anillo que sellaría su compromiso con Tom, pero este no dejaba, pensaba que si corría podía alcanzar la mesa y sacar el anillo del tazón.

En ese momento sintió que lo elevaron, el guitarrista llevaba en brazos a su gemelo, ya que este quería volver atrás.

Por fortuna los vecinos ya habían llamado a los bomberos, llegaron a tiempo para que el fuego no se propagara por los demás apartamentos vecinos, una vez abajo se sentaron a la orilla de la calle viendo como los bomberos hacían todo lo posible por apagar el fuego.

Bill estaba llorando, había preparado y pensado en ese momento tantas veces, lo había preparado perfectamente, y había comprado el anillo perfecto para esa ocasión, pero no, tenía que olvidarse del maldito pollo. Para qué se había puesto a cocinar, todo le salía mal.

Tom escuchó los sollozos de su hermano y trató de consolarlo un poco.

- No llores Billi, ya te dije las cosas materiales se recuperan.

En ese momento llegaron Georg y Gustav con cara de preocupación, habían escuchado la noticia, se preocuparon por sus amigos y en menos de lo que pensaban ya estaban con ellos.

- ¿Qué pasó? –indaga el blondo.

- Es que estaba cocinando. –trata de hablar el pelinegro entre sollozos. Parecía un niño de dos años al que le acababan de quitar su dulce.

- Ya sé lo que pasó. –se burló Georg, riendo como un loco. –solo mírense uno al otro.

El cantante puso cara de miedo, mientras Tom hacia un gesto de asesino serial. Los gemelos se habían puesto la ropa equivocada, Tom con la de Bill y este con la de su gemelo.

Los G´s estaban muriendo de risa en medio de la calle, la gente les miraba, parecían un par de locos.

- ¡Ya! No se rían por favor. –pidió Bill, pero este tampoco contuvo la risa y empezó hacerles compañía, el guitarrista se les unió un poco más tarde.

1 hora más después el fuego se había extinguido, las personas del seguro había llegado, los gemelos pudieron entrar al apartamento en el cual solo habían quedado vestigios de lo que había sido.

Bill caminada entre los escombros, con la esperanza reflejada en sus ojos, después de unos minutos de remover madera o cualquier otro tipo de material, encontró lo que quería, intacto caído en el suelo, como que alguien lo había protegido, todavía tenía el mismo brillo que la primera vez que lo vio.

Con paso de decidido llegó hasta donde él estaba y lo llevó a un lugar apartado. El de rastas lo veía preocupado, no sabía que le pasaba a su hermano.

- Tomi, es ahora o es nunca. –le dice mientras se arrodilla delante de él.

El guitarrista se sonrojó y trató de levantar a Bill pero este no se dejó.

- Bill por favor, levántate de allí. –suplicaba.

- Calla y escucha con atención, porque tal vez jamás en tu vida tengas otra oportunidad igual. –

- Está bien dime.-

- ¿Quieres casarte conmigo? –decía Bill mostrando el anillo de plata con la T y la B entrelazada.

- Por dios Bill. –Tom ya lloraba de la emoción, de hecho había soñado ese momento, pero siendo él, el que se pondría de rodillas para pedírselo a Bill. – ¿Es para mí? –termina.

- Si, mi amor, pero… contesta si quieres o no.-

- Claro que quiero, tú sabes que te amo más que a mi vida.

- Entonces no se diga más.-

Se levantó y tomó su mano, poniendo el anillo en su mano derecha en el dedo anular. La sonrisa de Tom iluminaba el lugar. Se abrazaron efusivamente y se besaron apasionadamente.

Esos momento jamás los olvidaran, ese amor por fin se iba a consumar en un altar, entre felicitaciones y regalos, con sus amigos, vecinos, colegas y sus padres.

Y todo eso pasó cuando Bill se lo pidió a Tom…


VaneK

8 comentarios:

  1. un poco raro la verda pero bueno me rei un rato...

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  2. esta lindo pero quiero mas accion muaha XD
    pero dentro de todo escribees realmente bien :D

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  3. Que super =D me gusto mucho =,D

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  4. ¡Maldita sea esta hermoso!
    Que historia tan genila aunque un poco rara pero aun asi

    Eso es a lo que le llaman "amor de hermanos"

    Besos♥

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  5. Jajajja lo del casamiento es algo raro jajaja pero me mato de risa cuando Bill tenía la ropa de Tom y Tom la de Bill ajjajajajaj xD Aiii que bonito! xD

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  6. Jaajaja ke mono me gusto mucho!!!

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